Las Islas Canarias no se caracterizan precisamente por tener un frío invierno y es por ese motivo que las viviendas no suelen estar equipadas ni diseñadas para afrontar aquellos días en los que las temperaturas bajan a niveles inusuales.
En esas circunstancias, la mayoría de los hogares optan por adquirir radiadores para contrarrestar la disminución de las temperaturas. Sin embargo, al no tener en cuenta las especificaciones de estos dispositivos, a menudo su uso deriva en elevados picos de consumo en la factura de electricidad. Esto se debe a que, en ocasiones, los calefactores seleccionados no son los más adecuados para satisfacer nuestras necesidades.
Dependiendo de las condiciones de la vivienda, el ahorro energético dependerá de la elección de la calefacción adecuada
A la hora de elegir un radiador que reduzca el consumo de energía y contribuya a la disminución de la huella de carbono, es esencial tener en cuenta varios elementos. El primero de ellos es la fuente de alimentación. Frente a los tradicionales sistemas de gas que queman este combustible fósil para abastecer a una caldera central, nos encontramos con la producción de calor a través de la electricidad, la cual realiza una transformación instantánea y comienza a emitir calor mucho más rápido. El suministro eléctrico genera un impacto mucho menor con respecto a la emisión de gases a la atmósfera y si proviene de fuentes renovables es más económico.
Otro de los aspectos a tener en cuenta es el tamaño del dispositivo, no por realizar una inversión en el calentador más grande del mercado esto significa que va a generar más calor. Es fundamental considerar las dimensiones y condiciones de la estancia donde va a ser utilizado. Por ejemplo, en una zona diáfana con amplios espacios abiertos, se necesitará un dispositivo que genere suficiente calor para abarcar un área mayor. Por otro lado, existen radiadores más pequeños que, al no necesitar tanta agua caliente para calentarse, no consumen más electricidad de la necesaria, siendo ideales para habitaciones más pequeñas y acogedoras.
El tercer factor a considerar es el material de fabricación, ya que algunos radiadores están elaborados en aluminio o hierro. Esta elección influye directamente en la velocidad con la que alcanzan la temperatura óptima y en el tiempo que permanecen emitiendo calor, incluso después de apagarlos. Es importante analizar estos detalles con detenimiento para seleccionar el radiador más adecuado para las necesidades del entorno.
Existes opciones sostenibles y otras alternativas de consumo con las que también ahorraremos energía
No todo el peso del ahorro energético recae sobre el tipo de radiador, también existen prácticas de consumo que contribuyen a disminuir el gasto de energía y por tanto la huella de carbono que aportamos al medioambiente. Hoy en día, muchos calefactores cuentan con la opción de apagado y encendido dependiendo de tramos horarios o al alcanzar una determinada temperatura. También pueden programarse desde un dispositivo electrónico o sistemas inteligentes, permitiendo que comiencen a emitir calor con antelación a nuestra llegada. La ubicación de los mismos también es importante, en muchos casos están situados debajo de las ventanas para comenzar por calentar los lugares donde entra más frío.
Aprovechar la radiación solar de nuestra vivienda es esencial para mantenerla más cálida. Incluso, existen radiadores portátiles que pueden ser transportados de una habitación a otra sin necesidad de encender un dispositivo desde cero cada vez que nos desplazamos.
Afirmamos que los calefactores son nuestros mejores aliados cuando las temperaturas no son tan primaverales como solemos estar acostumbrados. El bajo consumo dependerá de muchos factores más aparte de la potencia del aparato. Por eso es de gran ayuda contar con profesionales que tengan los conocimientos necesarios para poder decantarnos por un consumo energético bajo y así ahorrar en tu invernal factura de la luz.